En 20 años se aplicaron 2.110 millones de kilos de agroquímicos en Bolivia

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    • El uso de agroquímicos en Cochabamba. | Daniel James
    • La muerte de abejas tras la aplicación de agroquímicos en Santa Cruz. | Foto archivo

    Entre 2000 y 2020, agricultores bolivianos emplearon 2.220 millones de kilos de agroquímicos con magros resultados, ya que el uso de kilos por hectárea, que ha ido en constante ascenso, no guarda relación con el rendimiento de los cultivos. Las cifras fueron sistematizadas por la organización no gubernamental PrOBioma con base en la información del Instituto Nacional de Estadística (INE). 

    “Más de 2.100 millones de kilos de agroquímicos se usaron en 20 años en el país y con escasa regulación y cumplimiento de normas”, dice Antonio Sanjinez, de la Unidad de Agroecología de esta ONG. Estos datos no incluyen lo que ingresa por vía del contrabando.

    En 2000 se empleaban, en promedio, 16,1 kilos de agroquímicos por hectárea (kg/ha), cantidad que casi se triplicó en 2020, año en el que se usó 44,8 kg/ha (+178,26%). Sin embargo, el rendimiento por hectárea en ese periodo, calculado en toneladas por hectárea (t/ha), se elevó apenas de 4,9 a 5,7 (+16%). 

    En estas dos décadas la importación de agroquímicos —fertilizantes, fungicidas, insecticidas, herbicidas y otros— casi se multiplicó por seis, de 30,4 millones de kilogramos brutos (peso del producto, incluyendo el peso del contenedor o empaque) a 173,9 millones, aunque esta cifra está lejos de reflejar la realidad, señala PrOBioma.

    La Asociación de Proveedores de Insumos Agropecuarios de Bolivia (Apia) estimó antes de la pandemia que el contrabando de agroquímicos mueve al año unos 45 millones de dólares, que representa el 15% de la internación legal de esos productos, aunque otros cálculos lo sitúan en 30%.

    La desagregación de los datos muestra que la internación legal de fertilizantes aumentó de 22,0 millones de kilogramos brutos en 2000 a 129,2 millones en 2020 (+487%); la de herbicidas subió de 5,5 millones a 29,2 millones en ese mismo periodo (+427%); la de los insecticidas pasó de 2,2 millones a 8,5 millones (+427%), y la de los fungicidas de 701.598 a 6,6 millones (+852%). (Ver cuadro 1)

    Otro dato significativo es que en estas dos décadas para la importación de agroquímicos se destinaron 3.015 millones de dólares. (Ver cuadro 2)

    Si bien el uso de fertilizantes y plaguicidas químicos se concentra abrumadoramente en el departamento de Santa Cruz (90%), también se emplea en tierras altas, en particular en el cultivo de la quinua, en los valles cochabambinos, donde se producen hortalizas y cereales, y en los viñedos de Tarija, apunta Sanjinez. (Ver cuadro 3)

    El Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural informó que la mitad de las importaciones es de productos que tienen 11 compuestos activos, epoxiconazole, 2.4 D, atrazina, glifosato, azoxystrobin, paraquat, diflubenzuron, lambda cyhalothrin, abamectin, imidacloprid y emamectin benzoat, de los cuales nueve figuran en la Lista Internacional de Plaguicidas Altamente Peligrosos de la Red de Acción en Plaguicidas (PAN). 

    PAN es una organización de la sociedad civil, con presencia en todos los continentes, que llamó a adoptar medidas internacionales efectivas para la eliminación de los plaguicidas peligrosos. 

    Según datos oficiales, el grueso del volumen de las importaciones se concentra en los fertilizantes (63%), plaguicidas (35%) y otros (2%). En el caso de los plaguicidas el primer lugar lo ocupan los herbicidas (68%), seguidos por los insecticidas (14%) y los fungicidas (16%).

    El 91,4 por ciento de las importaciones de plaguicidas provienen de seis países: China, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay e India, mientras los principales proveedores de fertilizantes están Perú, Brasil, España, Argentina y Estados Unidos, en ese orden, según datos publicados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) en 2019.

    A fines de 2020, el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) registró 2.120 insumos agrícolas en todo el país, de los cuales 1.863 eran plaguicidas químicos de uso agrícola, de acuerdo con la “Radiografía de los agroquímicos en Bolivia”, publicación de la Fundación Solón.

    De esos 1.863 plaguicidas químicos registrados y autorizados por el Senasag, el 43,4% (809 registros) corresponde a la categoría II de la clasificación de los plaguicidas por el peligro que representan recomendada por la Organización Mundial de la Salud (moderadamente peligroso); el 30,9% (575 registros) y el 23,7% (442 registros) se encuentran en las categorías IV (normalmente no ofrece peligro) y III (ligeramente peligroso), respectivamente. El restante 2% (37 registros) lo conforman los pesticidas de categoría Ib (altamente peligrosos). (Ver cuadro 4)

    “La mayoría (46,2%) está destinada al cultivo de soya, luego al barbecho (10,9%), al cultivo de arroz (10,6%), maíz (7%), papa (3,4%), caña de azúcar (2,4%) y trigo (2,3%), entre otros”, agrega la fundación con datos del Senasag.

    A la luz de la dolorosa experiencia de la pandemia del Covid-19, Sanjinez cree que la producción ecológica ya no es una alternativa, sino una necesidad. Y la prueba de que es posible cultivar sin agroquímicos la tiene la Plataforma Agroecológica del Trópico, Subtrópico y Chaco, que semanalmente ofrece 200 clases de productos cultivados sin agroquímicos en ferias que se realizan semanalmente en la capital cruceña. Estas tienen una buena acogida y son aprovechadas para concienciar a los consumidores.

     

    Arce libera de aranceles a plaguicidas  y fertilizantes químicos

    El 27 de mayo de 2021, el fumigado aéreo de un campo de cultivo de sorgo, situado a unos 600 metros de los apiarios, mató a unos 27 millones de abejas en el municipio cruceño de San Julián, según testimonio de los afectados. Este es uno de los últimos desastres ocasionados por el uso indiscriminado de agroquímicos en Bolivia.


    Doce apicultores perdieron unas 400 colmenas —para algunos, todo su capital— y dejaron de producir unas 15 toneladas de miel y, lo que es peor, la naturaleza perdió 27 millones de polinizadores en cuestión de horas.

    El riesgo de que este desastre ambiental se repita hoy está más presente que nunca por el Decreto Supremo 4702, emitido el 20 de abril por el gobierno de Luis Arce. La norma libera del pago de aranceles a los agroquímicos, dice Antonio Sanjinez de la Unidad de Agroecología de PrOBioma, una organización no gubernamental con sede en Santa Cruz.

    Bajo aquel nombre genérico se encuentran, por un lado, plaguicidas, herbicidas, insecticidas, fungicidas y rodenticidas, y los fertilizantes, por el otro.

    “El instrumento de los aranceles era importante para reducir un poco el ingreso de estos venenos, aunque el contrabando de estos venenos era igual imparable y muchos de los venenos prohibidos en nuestro país entraban vía contrabando”, lamenta el entrevistado.

    Con el arancel cero el temor de esta ONG es que la importación de estos productos se incremente, ya que se abaratará el costo de su internación al país.

    Para Pablo Solón, director de la Fundación Solón, “la medida está orientada a favorecer a la agroindustria y no toma en cuenta los daños que vienen causando los plaguicidas importados o que ingresan vía contrabando a Bolivia”.

    Desprevenidos

    En medio de la vorágine causada por la intempestiva muerte de Marco Antonio Aramayo, denunciante del millonario desfalco al Fondo Indígena, la liberación del pago de aranceles a la importación de agroquímicos por 253 días dispuesta por el gobierno de Luis Arce casi pasó desapercibida.

    El 20 de abril, el gabinete emitió el Decreto Supremo 4702, un día después del deceso del hombre que denunció la corrupción y desmitificó uno de los pilares de la propaganda oficialista: la “reserva moral” atribuida a los indígenas y a 48 horas de celebración del Día de la Tierra (22 de abril).

    El 24 de abril, el ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural, Néstor Huanca, informó de la aprobación de la norma a través del canal estatal. La emisión tuvo escasa cobertura y repercusión en el país.

    El Ministro justificó la decisión por el incremento del precio de los fertilizantes en el mercado internacional y presentó la medida como un “apoyo a la productividad” (ABI, 24 de abril de 2022). La norma, sin embargo, no hace referencia a esa causa y en sus considerandos sostiene que esta medida arancelaria temporal busca “incrementar el área de producción agropecuaria y afrontar el déficit de alimentos”.

    El artículo único del instrumento legal dice: “Se difiere de manera temporal el Gravamen Arancelario a cero por ciento (0 %) hasta el 31 de diciembre de 2022, para la importación de insecticidas, fungicidas, herbicidas, inhibidores de germinación y reguladores del crecimiento de las plantas y productos similares que en anexo forma parte indivisible del presente decreto supremo”.

    La medida se aplica desde el 22 de abril, dos días hábiles después de su publicación, y sus nocivos efectos causan inquietud en los ambientalistas.

    “Funesto atentado”

    En un comunicado, fechado el 29 de abril, titulado “Liberación de gravamen a los venenos químicos es un funesto atentado a la Madre Tierra”, la Plataforma Agroecológica del Trópico, Subtrópico y Chaco rechazó la liberación arancelaria y demandó la derogación del decreto. Además, puso en evidencia la contradicción entre esa norma y el discurso gubernamental de respeto a la Madre Tierra.

    La plataforma está conformada por productores, apicultores, recolectores, transformadores, procesadores, universidades, organizaciones no gubernamentales, científicos, activistas e instituciones públicas y privadas.

    “El Gobierno (...), bajo el argumento de garantizar la seguridad y soberanía alimentaria, abre las puertas a la importación de venenos químicos y fertilizantes sintéticos, que, entre otras cosas, matan el suelo, matan a los microorganismos”, dice el escrito.

    “Como Plataforma (…) no podemos sino rechazar el Decreto Supremo 4702 porque, so pretexto de aumentar la producción de alimentos, se pretende favorecer a la destrucción de nuestra biodiversidad, demostrándose así que el Gobierno de Luis Arce Catacora obedece a los intereses y mandatos del agronegocio”.

    Además, destaca que la administración de Arce libera de aranceles incluso productos como el DDT, prohibido en el mundo entero, según figura en el anexo del DS 4702.

    “Estamos viviendo —agrega— una pandemia que es producto de la destrucción de la naturaleza y, por eso mismo, el único camino que se debe seguir es la producción agroecológica”.

    “¡NO a la importación con gravamen cero de venenos químicos que matan a la Madre Tierra y a sus hijos!”, “¡Derogación YA! del DS 4702”. Con esta exigencia, la plataforma cierra su comunicado.

    Preguntas y dudas


    Solón dice que es evidente que “hay que revisar esta norma”. “Lo fundamental es que haya una información amplia a la población y una discusión sobre el tema. Es una norma que ha sido discutida con agroindustriales, pero no con los consumidores”.

    “Las estadísticas de plaguicidas que se han importado y cómo ha crecido (su importación) en los últimos años muestra que este es un problema de ‘dejar hacer y dejar pasar’ —frase que grafica una de las bases del pensamiento del liberalismo moderno— de los gobiernos, pero también de una falta de construcción de un movimiento más consciente desde la sociedad civil”, agrega en referencia a la medida no tuvo repercusión.

    Para él, lo llamativo es que en las escasas publicaciones sobre el tema se destaca que el arancel cero es para los fertilizantes, cuyos precios se han disparado por la guerra de Rusia contra Ucrania, aunque de la lectura del anexo se concluye que la medida está orientada a abaratar la importación de plaguicidas.

    “Los principales plaguicidas que se importan tienen ingredientes que están, en muchos casos, prohibidos o están en la lista de sustancias muy peligrosas. El Gobierno no ha hecho ninguna distinción ni alusión al respecto en este decreto, esto es muy preocupante, porque quiere decir que van a entrar más plaguicidas, pero la mitad de ellos están en la lista negra de países de la UE, de Greenpeace y otros”.

    La segunda objeción de Solón se basa en que, en el caso de los fertilizantes, la producción de la Planta de Urea y Amoniaco de Bulo Bulo no satisface la demanda interna. “Tenemos una planta que tiene una capacidad de producción de 600.500 toneladas (t) —1.643 t/día— y la pregunta es por qué no abastece al mercado interno cuando se tiene una planta de esa magnitud?”, cuestiona.

    A esa interrogante se suma otra que pone en entredicho que la elevación de los precios de los agroquímicos por la guerra entre Rusia y Ucrania golpee al país. “Cuando uno revisa de qué países importamos, pues resulta que nuestra principal importación viene de China, más de la mitad. No tenemos grandes importaciones ni de Rusia ni Ucrania”.

     

    Los 11 principios activos de agroquímicos más importados, riesgos y efectos*

    En “Insumos para la producción agrícola. Plan Intervención de plantas d agroquímicos y semillas”, el Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural da cuenta de que la mitad de las importaciones de agroquímicos se concentra en productos que tienen 11 compuestos activos: epoxiconazole, 2.4 D, atrazina, glifosato, azoxystrobin, paraquat, diflubenzuron, lambda cyhalothrinha, abamectin, imidacloprid y emamectin benzoato.

    Estas sustancias se encuentran en Lista Internacional de Plaguicidas Altamente Peligrosos de la Red de Acción en Plaguicidas (PAN), en la Clasificación recomendada por la OMS de los plaguicidas por el peligro que presentan y en directrices para la clasificación 2019, en las que hay posibles carcinógenos, perturbadores endócrinos o posibles perturbadores endócrinos, y algunos son tóxicos para la reproducción humana. Además, algunas son una amenaza para peces y la fauna acuática, y los polinizadores como las abejas, entre otros. 

    - Epoxiconazole, fungicida que se encuentra en la lista negra de pesticidas de Greenpeace, ya que es extremadamente tóxico para los peces y también está en la Lista Internacional de Plaguicidas Altamente Peligrosos de PAN. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (US-EPA) lo catalogó como un carcinógeno humano.

    Se lo usa en el control de enfermedades foliares en el cultivo de trigo y cebada, arveja, garbanzo, la roya del maíz, el ajo y soya, de la viruela temprana y tardía del maní, enfermedades de fin de ciclo y roya asiática de la soya, del girasol, para el control de enfermedades foliares en el cultivo de arveja y garbanzo.

    - 2.4 D, herbicida al que la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó como “posiblemente cancerígeno para los seres humanos”, carcinógeno humano según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EUA-EPA), perturbador endócrino o posible perturbador endócrino según la Categoría 1 de la Unión Europea (UE).

    Elimina la maleza de los cultivos de arroz, maíz, sorgo, trigo, cebada, avena, papa, caña de azúcar, quinua y otros.

    - Atrazina, herbicida de uso restringido en Estados Unidos y prohibido en países de la Comunidad Europea incluido en la Lista Internacional de Plaguicidas Altamente Peligrosos de PAN por su efecto cancerígeno a largo plazo, es un perturbador endócrino o posible perturbador endócrino según la Categoría 1 de la UE.

    Se usa para el control selectivo de malezas gramíneas y de hoja ancha en banano, caña de azúcar, macadamia, maíz, sorgo, palma de aceite y piña.

    - Glifosato, herbicida no selectivo, clasificado por la IARC como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”, incluido en la lista de PAN, se sospecha que actúa como disruptor endócrino y que es tóxico para la reproducción, muy bioacumulable. Su utilización “reduce la diversidad y cantidad de especies vegetales y por ello puede afectar a seres vivos cruciales para la agricultura, como los polinizadores” (Greenpeace, España).

    En la agricultura el glisofato se aplica para evitar el brote de “maleza” en los cultivos de frutas, hortalizas y de semillas transgénicas, como la soya.

    - Azoxystrobin, se sospecha que este fungicida perjudica la fertilidad humana o daña al feto. Además, es muy tóxico para los organismos acuáticos y tiene efectos nocivos duraderos.

    Es empleado en el control de enfermedades en las siembras de arroz, café, cebolla, cítricos, frijol, melón, repollo, tomate, papa, pepino, sandía, zanahoria y apio.

    - Paraquat, herbicida altamente tóxico, su inhalación puede causar daño pulmonar y fibrosis pulmonar a largo plazo, daño a los riñones, el hígado y el esófago. Fue catalogado como “moderadamente peligroso (clase II)” por la OMS. Es “fatal si se inhala”, según el Sistema Global Armonizado (SGA). Es usado en diversidad de cultivos como algodón, el maíz y la soya.

    - Diflubenzuron, insecticida que se usa en el control de larvas defoliadoras en cultivos forestales, de algodón y hortalizas, de uso restringido en Estados Unidos. Causa una toxicidad aguda extrema en los peces y crustáceos y de mediana a ligera en aves, insectos como las abejas y lombrices de tierra, y alta en algas y plantas, como el helecho acuático.

    Es aplicado para matar a las larvas de cucarachas, moscas, mosquitos, lepidópteros —mariposas—, coleópteros —escarabajos— y psyllas.

    - Lambda cyhalothrin, insecticida sintético empleado para combatir plagas de orugas, gusanos cortadores, polillas, chinche verde, mosquita del sorgo y otros. La OMS lo clasificó como “moderadamente peligroso”; es fatal si se inhala”, según el SGA, y es un perturbador endócrino o posible perturbador endócrino según la Categoría 1 de la UE. Es muy tóxico para los organismos acuáticos y muy bioacumulable.

    Se usa en los sembradíos de algodón, tomate, girasol, maíz, soja, sorgo, pera, manzana, durazno, pimiento, berenjena y otros.

    - Abamectin, insecticida acaricida empleado contra las plagas de ácaros —arañas microscópicas que atacan el follaje de los cultivos—, eriófidos —ácaros que provocan decoloraciones y deformaciones en las plantas—, minadores —larvas de insectos que viven en el interior del tejido de las hojas— y psílidos en cultivos de cebolla, frijol, piña, palta, melón, naranja. Esta sustancia es “fatal si se inhala”, según el SGA, y es muy tóxico en abejas, de acuerdo con la EUA-EPA. 

    - Imidacloprid, insecticida que controla de áfidos —pulgones—, chinches y la mosca blanca, es utilizado en sembradíos de papa, frijol, tomate, palta, piña, arroz, entre otros. De acuerdo con la EUA-EPA, es muy tóxico en abejas, 

    - Emamectin Benzoato, insecticida larvicida, actúa sobre lepidópteros —mariposas y polillas— y otros como minadores foliares que atacan los cultivos de tomate, pimiento, berenjena, papa, brócoli, coliflor, repollo, repollo de Bruselas, apio, lechuga, espinaca, melón, pepino, sandía, zapallo. 

    Es “fatal si se inhala”, según el SGA, muy persistente en agua, suelo o sedimento, muy tóxico en organismos acuáticos y en abejas, según la EUA-EPA.

    * Redacción OH! con datos de la Lista Internacional de Plaguicidas Altamente Peligrosos de la Red de Acción en Plaguicidas (PAN) y la Clasificación recomendada por la OMS de los plaguicidas por el peligro que presentan y directrices para la clasificación 2019.

    https://www.lostiempos.com/oh/actualidad/20220509/20-anos-se-aplicaron-2110-millones-kilos-agroquimicos-bolivia?fbclid=IwAR2A0XBDmtP8caS32MbpI8UcfRaYET2Af5SWhIjA4hR6azdjZjf7fmFJ8o0

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