Cada árbol es un guardián del agua, un regulador de la temperatura, un productor incansable de oxígeno, protector de nuestros suelos, fauna y flora y mucho más. Sin embargo, a pesar de esta realidad, la deforestación y los incendios persisten, como un acto que va en contra de nuestra propia supervivencia.
Debemos comprender que, al dañar nuestros bosques, nos hacemos daño a nosotros mismos. Cuando ellos arden, perdemos todos.

Es hora de defender y proteger nuestros bosques del extractivismo inhumano, de los avasalladores, de todo aquello que no entienda que los bosques, los árboles son fuente de vida en la Tierra.




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